Se puede concluir entonces que sólo hay que darle tiempo a internet para dejarlo volar por sí mismo. Lo cual no querrá decir que con su rápida difusión y sus grandes posibilidades, tenga que acabar devorando cruelmente al resto de medios, de la misma forma que hoy en día, según los hábitos de cada uno, continúa habiendo gente que prefiere informarse en una hora mediante un informativo de televisión, o escuchar la radio a las ocho de la mañana mientras conduce hacia el trabajo, o comprar el periódico para poder ojearlo tranquilamente a lo largo del día. Cada usuario preferirá un medio, tal vez varios a la vez, de la misma forma que no todos los vecinos de un edificio eligen las mismas tiendas para proveerse de todo lo necesario en sus hogares. Por esta misma razón, es lógico pensar que la diversidad de la sociedad pide a gritos también diversidad en las formas de obtener información.
Esta diversidad y segmentación en determinados contenidos o dirigida a determinados públicos sólo puede originar otro efecto: una información más especializada, más cuidada, a la vez que es más diversa y plural. ¿Es esto negativo? Si conseguimos llegar a este punto, ¿no estaremos matando dos pájaros de un tiro? Tal vez nos estemos dirigiendo, sin saberlo, a la solución final: romper la barrera de la crisis de credibilidad de los medios.
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